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Liquidamos la cuenta y pasadas las 10h nos ponemos en marcha, repostando a la salida del pueblo.
Hoy atravesaremos las provincias de Zamora y Salamanca, dejando Castilla y León para entrar Extremadura. Pero, a diferencia de cuando subimos hacia el Bierzo no iremos por la vía más rápida, sino buscando secundarias más cercanas a la raya, a Portugal.
Tan sólo pisaremos, pues, al principio y a lo largo del trayecto tres cortos tramos imprescindibles vías rápidas.
No tardamos en estar metidos en bonitas y solitarias zonas de Zamora, atravesando la sierra de la Culebra, pasando por pequeños pueblos, campos en desuso, monte bajo y pinadas. Una mezcla de paisajes, en los que ya empezamos a ver algunas de las muchas águilas que veremos al lo largo del día.
Rondan las 11:20 cuando llegamos al primer objetivo que llevo marcado, el puente Requejo. Bonito puente metálico que cruza el Duero desde hace apenas 100 años, uniendo las localidades de Pino de Oro y Villadepera (antes tenían que usar una barcaza para salvar el Duero)
Visto desde el otro lado
Continuamos por largas rectas hasta acabar por salir de la provincia de Zamora. Ahora, ya en la de Salamanca el paisaje se torna en una sucesión de Dehesas. Seguimos disfrutando del avistamiento, próximas a la carretera, de águilas calzadas, culebreras y ratoneras. Algunas planeando sobre el campo, otras, posadas en los postes de las vallas, alzan el vuelo a nuestro paso. A lo largo del día intentaría en vano fotografiarlas. Cada vez que paraba se alejaban de nosotros con suavidad, dejándonos lejos en un instante. Lo mismo para halcones y otras pequeñas rapaces.
Pese a haber salido más bien tarde, vamos bien de tiempo, así que al aproximarnos a Ledesma haremos un tramo de pista para ir a por nuestro siguiente objetivo, el Puente Mocho y la calzada romana.
La pista transita una propiedad privada y está llena de letreros de "No salir del camino". Está en buen estado, de suelo compacto, accesible con cualquier vehículo.
No tardamos en llegar a las proximidades del puente, donde empiezan los restos de la calzada, y encontrarnos con unas vallas y un par de puertas. Ambas pueden abrirse, pero vista la bajada por la calzada hacia el puente, y lo cercano que está este, preferimos aparcar y seguir a pie
Potencia arbórea, ha partido la piedra según a crecido!
Bajamos los poco más de 100 m. de irregular calzada hacia el Puente
Coincidimos con un grupo de asustadizas vacas. Aunque no sé quien tenia más miedo, si ellas o Merche jajaja...
Corre ternero, corre!!!
Al Puente Mocho se le atribuye un origen romano, ya que une la calzada romana de ambos lados de la ribera de Cañedo -calzada que unía Ledesma y Zamora-. Pero la factura del puente que puede verse hoy día es medieval y moderno
La ribera está seca. Por allí se fueron las vacas
Autofoto. Por allá continúa la calza
Las vacas volvieron. Creo que nos tenían tanto miedo como curiosidad, pues no hacia nada que habían pasado hacia un lado y ya querían volver a pasar bajo el puente. No se atrevieron al verme. Y yo seguí a mi aire, echando la foto de este lado
El tiempo va pasando, y hemos disfrutado del lugar. Las vacas han acabado subiendo la ladera y pasando al otro lado por lo alto, pero no tardan en volver a aparecer por la ribera, observándonos desde la lejanía.
En fin, rondan las 12:30h así que habrá que cruzar de nuevo el puente y volver a la moto
Aun subíamos por la calzada y las vacas volvieron hacia el puente. ¿Es suyo? ¿Nos tienen tanta curiosidad y miedo a la vez? ¿?¿? Pasamos la valla, subimos a lomos de Scipiona y nos marchamos por donde vinimos.
Al llegar al pueblo, muy cerquita, obtenemos esta imagen desde la carretera. Un molino en el Tormes
Continuamos, discurriendo por dehesas y alguna zona de campos. Maravilloso paisaje, soledad y naturaleza.
Los kilómetros caen y vamos viendo poco a poco como nos aproximamos a la peña Francia, que destaca en el horizonte.
Llegábamos a la cima de la peña Francia alrededor de las 14h. Traemos hambre, y también unas cervezas que hemos comprado en una gasolinera al repostar. Como otros días, comeremos de picnic.
Una vez aparcados, empezamos por echar un ojo al lugar. Empezando por el mirador y su reloj de sol
Cotilleamos los recovecos
Adentrándonos por todas partes
Luego, arriba, los puntos de mira. Que andan un poco torcidos ya.
Por allá andaremos mañana
Por aquí estaremos en un rato
El lugar está lleno de puntos de mira, apuntando lugares o localidades
Luego, buscando donde hacer el picnic acabamos metidos en la capilla de la Blanca, que da acceso a la gruta. La comida tendrá que esperar
Bajamos a la gruta
Aquí hay una replica de la virgen negra que se encontró en la peña
Salimos después, y decidimos comer en la propia puerta de la capilla, con el santuario enfrente
La comida se convirtió en un suplicio, pues el lugar estaba plagado de tijeretas. Imposible estar sentado sin llenarse de ellas, acabamos por comer de pie. Y aun así, ya que vuelan, acababamos por tener más de una por encima. Al final aquello se convirtió más en un tente en pie que otra cosa, y pronto continuamos con la visita.
Vista de la capilla desde el santuario
A un lado del santuario, el mirador de Santiago
Entramos en el santuario, y en la iglesia. Aquí está la imagen nueva de la virgen, que tiene en su interior la imagen antigua que estaba muy deteriorada
Terminamos de ver la zona, volviendo al aparcamiento. El paisaje de fondo son las tierras que llevamos recorridas hoy
Bajamos hasta la Alberca. Rondarían las 15:50h cuando llegamos
Aparcamos y nos tomamos un café, dando tiempo a que habrán las tiendas.
Luego nos damos un paseo por sus calles, que bien pueden hacerte sentir transportado a otras épocas
La plaza
más callejuelas
Y encontramos junto a la iglesia la estatua al cerdo de San Antón
Tienen en la localidad la tradición de criar un cerdo por sus calles, sorteándolo en la festividad de San Antón. Bueno, actualmente se subasta y lo recaudado va a parar a una ONG
Entramos en la iglesia, donde encontramos este interesante púlpito de granito policromado
El Cristo del Sudor
Parroquianos iban y venían atareados, una niña ponía vestidos a las figuras del altar
Pila bautismal
Volvemos a callejear, en dirección a la moto
Hicimos unas compras. Merche compró unos bonitos pendientes con el típico botón charro, pero yo tenía muy claro que era lo que había que comprar aquí, jamón. Muchas tiendas hay de jamón, y me decante por JJB, que si no es la más antigua debe de ser de las más. No tenemos mucho sitio, así que unos paquetes de 150gr de Cebo, para comer en los próximos días; otro poco de paleta ibérica; y por supuesto unos de 200gr de ibérico para traer a casa.
Salíamos de la Alberca sobre las 17h, dirección ahora hacia las Batuecas. A pasar por el puerto de El Portillo, en el que no pararíamos, pues me parece más interesante la vista algo más adelante, donde se puede apreciar la bajada hacia las Batuecas, hacia Cáceres.
De nuevo en solitario por la carretera, paro sin problema a fotografiar la bajada del Portillo
El paisaje ha cambiado, ahora prima la pinada y nos parece estar en casa, sí, sí, esta zona no muestra mucha diferencia con lo que tenemos por Valencia.
No nos detenemos en Las Batuecas. Ya que es zona de patear y no entraba en nuestros planes.
Abandonamos las tierras salmantinas con la luna asomando sobre las colinas
No tardamos en aproximarnos a Las Mestas, entrando así en provincia de Cáceres, en Extremadura. Y el paisaje no deja de asemejarsenos como el de casa, hemos entrado en las Hurdes.
Aunque nos desvía un poco de nuestro destino, haremos un ida y vuelta hasta Riomalo de Abajo, para tomar allí la pista que lleva al mirador de La Antigua. El lugar bien vale la pena y la pista puede hacerse con cualquier vehículo.
Vista desde La Antigua, meandro Melero, río Alagón
El río sirve de limite entre comunidades, estamos en Cáceres pero la orilla opuesta es Salamanca
Bonito lugar, y más bonito en épocas más húmedas. He visto fotos con el río a tope y el lugar en vivo debe ser una pasada. Aun así, la falta de caudal no desmerece la zona
Deshacemos la pista, volviendo a Riomalo. Rondaban las 18h.
Hace calor, y es que hemos ido ganando temperatura en nuestro camino hacia el sur constantemente, pero sobretodo al bajar el Portillo. Así que, como habíamos comido poco, decidimos hacer un tente en pie en el pueblo, y nos echamos una birra con unas bravas. Vaya platazo de bravas nos traen, creo que no pudimos acabarlo!!!
Pasaban de las 18:30 cuando retomamos la ruta. Y aunque llevaba una opción para meternos por lo más profundo de las Hurdes, decidimos no hacerlo. Estamos cansados y nos conformamos con discurrir por ellas, sin liarnos en exceso. Tiramos pues por lo sencillo, por Vegas de Coria hasta Caminomorisco y de allí, por una estrecha carreterilla hasta nuestro destino, Casar de palomero.
Como suelo decir, ya tenemos excusa para volver.
Rondaban las 19:10h cuando llegamos (La imagen la tome a la mañana siguiente, pero vale para ilustrar el pequeño y confortable hotel La Posada del Casar)
¡Guapa cama! Bien vamos a dormir sin duda
Tenemos incluso un pequeño balcón.
No hice foto del baño, pero puedo asegurar que era cojonudo.
Tras pasar por la ducha, y ponernos cómodos, nos vamos a dar una vuelta por el pueblo.
Lo primero que encontramos fue una tienda, de todo, donde pillamos una lata de birra fría. Y donde Merche se enamoro de un anillo...
El primer hombre que nos encontramos, metidos por el barrio Judío, muy simpático conversó con nosotros. Vaya acento cerrado se gastan por aquí, he de reconocer que me costaba entenderlo.
La calle oscura. A destacar, del pueblo, las placas con los nombres de las calles
Todas las calles, con su placa. Y en la placa puede verse si el barrio era judío, cristiano, o musulmán, con la estrella, la cruz o la media luna. En la plaza mayor confluyen todas
Visitamos la calle más antigua, según nos había comentado el hombre. Aunque está en perfecto estado.
Encontramos estrechos callejones con viejas y desvencijadas casas
Hay que decir, que a diferencia del primer hombre, el resto de gente que encontramos ni tan siquiera responden a nuestras "buenas noches", pasan de largo, como espectros a lo suyo. Extrañas gentes las de aquí.
Retomamos camino a La Posada, por una calle repleta de gatos
Lo cierto es que el pueblo estaba "muerto", sólo en la posada había algo de ambiente en la terraza, con unos lugareños echandose una buena ristra de botellines. Tomamos sitio en la terraza y cenamos allí mismo de tapeo, claro, con unos botellines jejeje... Buena comida y servicio. Y simpatía.
Acabada la cena ¡No hay orujo de hierbas! Me ofrecen a catar algún que otro licor, y al final me decante por unas copas de Ciripolen, una crema de licor de miel. A las que por cierto nos invitaron.
Y así concluimos el día. Con 331 Km recorridos y una buena dosis de lugares visitados.
Ya estamos en Extremadura, mañana martes tenemos mucho que ver... pero eso queda ya para la próxima crónica.
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